MARINA ARÁNZAZU
Soy artista. Polifacética. Multitask. Caótica con glamour. Hago de todo un poco (y un poco de todo) : pinto, maquillo, diseño, bordo, recorto, pego, actúo en el espejo y dramatizo situaciones cotidianas como si fueran parte de una telenovela venezolana en horario estelar.
El arte me sale por los poros, como el glitter después del Carnaval: aparece en lugares inesperados y no se va jamás.
Pero lo mío, lo mío de verdad, es el drama. Descubrí que quería ser actriz una tarde cualquiera, de esas con calor pegajoso y olor a colonia de abuela, mientras hacía una escena de celos frente al espejo. Llevaba bata, tacones de mi madre y un abanico roto que agitaba con furia. Había visto "Mujeres al borde de un ataque de nervios" por tercera vez esa semana, y supe que había nacido para dejar mensajes de voz trágicos, tirarme al sofá con pose de estrella caída, y mirar al horizonte con el dolor digno de una Roth despechada.
Así que me fui a Estados Unidos a estudiar actuación, ( porque los sueños grandes merecen inversiones grandes ), y como en mi vida todo tiene un giro inesperado, allí no solo aprendí a llorar con acento internacional y a morir dignamente en camara, también me enamoré. De un americano.
Y así es como he terminado viviendo a caballo entre España y Estados Unidos, entre el jamón y el peanut butter, entre el drama mediterráneo y la compostura del Midwest.
Desde entonces, vivo esperando mi gran momento: ese personaje con traumas, peluca y monólogo desgarrador que me catapulte al estrellato o, al menos, al canal autonómico en horario prime time.
Mientras tanto, y para no volverme loca (más), canalizo mi energía en todo lo demás.
Mi vida es un collage, un performance continuo, un desfile emocional con luces de camerino y olor a aguarrás.
UN DÍA SERÉ ACTRIZ. Por ahora, me entretengo siendo todo lo demás.
¡Luces, cámara... imaginación!